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jueves, 7 de octubre de 2010

El almuerzo de la señora Presidenta con la “frau” canciller

EL PAIS › CRISTINA FERNANDEZ EXPRESO A ANGELA MERKEL QUE ARGENTINA ESTA DISPUESTA A PAGAR SU DEUDA, PERO SIN EL MONITOREO DEL FMI
Desde Berlín
Un diálogo amplio y amistoso en un otoño fresco. En la explanada del moderno edificio de la cancillería, Angela Merkel –con su pinta de dueña de cervecería bávara– estrechó la mano de su par, Cristina Fernández, de gira por Alemania. “La vocación de la Argentina –indicó– es pagar todas sus deudas”, y expresó el interés de su gobierno para iniciar una “amplia renegociación de la deuda”, sin el monitoreo del Fondo Monetario Internacional. Cristina Fernández formuló estas expresiones en una conferencia de prensa breve como un relámpago, posterior al almuerzo que compartieron ambas mandatarias para aceitar las relaciones bilaterales. El intercambio de figuritas de los temas que conforman una zona común de intereses –no exenta de tensiones– fue el plato principal de este encuentro. La renegociación de la deuda argentina con organismos internacionales –especialmente la deuda de 6700 millones con el Club de París–, el tratamiento de las consecuencias del cambio climático, las restricciones de ingreso a la carne argentina y la inauguración de la primera filial latinoamericana del Instituto Max Planck en Buenos Aires, en las ex bodegas Giol, entre otras cuestiones, circularon por la mesa. “Esta es la única gestión que nunca tomó deuda –subrayó la Presidenta–, y que sí está pagando cada una de las deudas de antes de 2003, y eso sin acceder al mercado de capitales, con recursos genuinos que no son dólares financieros sino dólares comerciales, producto de que tenemos una balanza comercial con superávit.”
Ante un puñado de periodistas, Fernández afirmó que la postura del país es “clara” acerca del papel que debe cumplir el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la cancelación de la deuda con el Club de París. Más allá de que Merkel le haya dicho a la Presidenta que el FMI “no es el mismo que en 2001”, Fernández rechazó el monitoreo del organismo financiero en la cancelación de esta deuda. La Presidenta aseguró que hay que contemplar la situación de las empresas de los países miembro del Club de París que han sido beneficiadas con promociones fiscales en Argentina y que giran sus ganancias al exterior. Y aunque invitó a su colega alemana a que respondiera sobre su posición acerca del tema, Merkel, en cambio, prefirió no decir ni una palabra.
La Presidenta continuó con el hilo crítico hacia las calificadoras de riesgo que “calificaban mejor a Grecia o a Irlanda” que a Argentina, y reconoció que quiere “replantear definitivamente el tema” de estos organismos, en sintonía fina con lo que postuló en distintos foros internacionales. Merkel la escuchaba y hacía unas morisquetas en broma, fuera del riguroso protocolo alemán, como si simulara estar fastidiada por los planteos de su colega. Si la Presidenta la vio, optó por seguir desplegando su cartilla de exigencias, como un juego entre las dos mujeres. En este sentido, pidió “organismos multilaterales confiables” para todos los países y no dejó de lanzar un palo mayúsculo para los países desarrollados. “La última crisis financiera global se generó en los grandes centros financieros”, sintetizó Fernández. “Hay que buscar el equilibrio y reglas de juego similares para todo; hemos llegado a todos los acuerdos posibles, como lo hicimos con el tema de los bonos”, recordó.
Entre bocados de carne argentina y puré que quedaron en los platos casi intactos, ambas mandatarias se comprometieron a relanzar la comisión mixta para equilibrar el saldo de la balanza comercial, que en estos días beneficia con mucha holgura a Alemania. Hablaron más de lo que comieron. A Merkel le llamó la atención el poco apetito de la presidenta argentina. “Prefiero hablar con usted, carne puedo comer en Buenos Aires”, le dijo Fernández. En la ventanilla de los reclamos que se filtró sobre el mantel, Fernández recordó el tema de las restricciones a las exportaciones de carne argentina en la Unión Europea. Segundo país del mundo consumidor de carne, Alemania hace poco inclinó los tantos al beneficiar con algunas medidas a los Estados Unidos.
Cuando llegó el turno de Merkel, la canciller alemana felicitó a Fernández por el bicentenario del país y dijo que se “alegra” –una emoción que parece ajena a ese rostro– por el hecho de que ambos países tengan iniciativas conjuntas en marcha. Entonces mencionó el caso del instituto científico alemán Max Planck, cuya primera filial latinoamericana estará en la Argentina a mediados del próximo mes de diciembre. “Queremos mantener y profundizar las relaciones”, señaló la canciller, que anticipó que estará de visita en la Argentina recién en 2012. En el almuerzo además se plantearon cuestiones respecto de otro tópico árido: el cambio climático. “Nosotros decimos iguales responsabilidades, distintos grados –resumió la Presidenta–. Europa y Estados Unidos usaron las industrias sucias para su desarrollo económico. Para que no se contamine tiene que haber transferencia tecnológica y créditos. No hay que usar el cambio climático para trabar las exportaciones argentinas con la excusa de que son productos contaminantes.”
Después del encuentro con Merkel, Fernández se reunió con el presidente del gobierno alemán, Cristian Wulff, quien sacó el tema del reciente intento de golpe de Estado a Ecuador. La Presidenta lo interrumpió sólo para contarle del diálogo que tuvo con Rafael Correa y el encuentro que mantuvieron los cancilleres de la región. Wulff expresó sus felicitaciones por el rol de la Unasur y no pudo evitar recordar lo que sucedió en Honduras. “Muchas veces Alemania miró al Este, pero es hora de empezar a mirar al Oeste”, reconoció Wulff. Y acto seguido le preguntó a la Presidenta si estaría dispuesta a cumplir un rol protagónico. “Vamos a estar en todos los temas en que podamos estar, entendiendo nuestro lugar”, fue la respuesta que le dio.
Uno de los comentarios que más se escuchaba entre los miembros de la comitiva y los periodistas alemanes y argentinos sobre el buen clima de este intercambio es que efectivamente Alemania, que pasa por un excelente momento económico, empieza a mirar hacia el Oeste. Alemania estaría buscando nuevos socios en América latina, y allí Argentina sería un jugador imprescindible, aunque históricamente Brasil siempre ha sido una plaza fuerte de las empresas alemanas.

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